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DOMINGO 24 DE AGOSTO REFLEXIÓN EVANGÉLICA

  • Admin
  • 30 jul
  • 3 Min. de lectura

A. Evangelio



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Tiempo ordinario

24 de agosto 2025

Lc 13, 22-30


Jesús recorría ciudades y aldeas, enseñando y caminando hacia Jerusalén. Alguien le preguntó: «Señor, ¿son pocos los que se salvan? Él les dijo:

Esforzaos por entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Una vez que el dueño de la casa se haya levantado y cerrado la puerta, empezaréis a quedaros fuera y a llamar a la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos.” Y él os responderá: “No sé de dónde sois.” Entonces empezaréis a decir: “Comimos y bebimos contigo, y enseñaste en nuestras plazas. Pero él os dirá: “No sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores de iniquidad.” Allí habrá llanto y rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras que vosotros sois arrojados fuera.

Y vendrán del oriente, del occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios. Y he aquí que hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.




B. Pasajes paralelos


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Evangelio de Mateo

7, 13-14


Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que conduce a la perdición, y muchos son los que entran por ella.

Porque estrecha es la puerta y angosto el camino que conduce a la vida, y pocos son los que la encuentran.



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Evangelio de Lucas

12, 35-40


Estad ceñidos vuestros lomos, y las lámparas encendidas; y sed semejantes a hombres que aguardan a que su señor vuelva de las bodas, para abrirle enseguida cuando llegue y llame. Bienaventurados aquellos siervos a quienes el señor, cuando llegue, encuentre velando; os aseguro que ceñirá de ropa y hará que se sienten a la mesa, y acercándose les servirá. Y si llega a la segunda o a la tercera vigilia y los encuentra así, serán bienaventurados. Pero sabed esto: si el dueño de casa supiera a qué hora iba a venir el ladrón, velaría y no dejaría que su casa fuera forzada. Por eso estad también vosotros preparados, porque a la hora que no penséis, vendrá el Hijo del Hombre.


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Evangelio de Marcos

13,32-37


Pero en cuanto a aquel día o a la hora, nadie sabe, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre. Mirad, velad y orad, porque no sabéis cuándo llegará ese tiempo. Es como un hombre que, ausentándose de su casa, dejó a sus siervos a cargo, a cada uno su tarea, y mandó al portero que velase. Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si por la tarde, a medianoche, al canto del gallo o por la mañana, no sea que viniendo de repente, os halle dormidos.Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos: ¡Velad!



C. Iluminación desde el Antiguo Testamento



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Sofonías 1, 7


“Calla delante del Señor Dios, porque el día del Señor está cerca; porque el Señor ha preparado sacrificio, ha consagrado a sus invitados.”



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Isaías 62, 6-7


Sobre tus muros, Jerusalén, he puesto centinelas; ni un solo día ni una sola noche callarán. Los que hacéis recordar al Señor, no os toméis descanso, ni le concedáis descanso hasta que restablezca a Jerusalén y la haga famosa en la tierra.



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Daniel 12, 3-4


Los sabios brillarán como el resplandor del firmamento, y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas por los siglos de los siglos. En cuanto a ti, Daniel, guarda en secreto estas palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos lo recorrerán y aumentará el conocimiento.



D. Contexto cultural en los tiempos de Jesús



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En el mundo judío del siglo I, la religión era el centro de toda la vida: social, familiar, legal y espiritual. El cumplimiento de la Ley mosaica (la Torá), la participación en las fiestas religiosas y la asistencia al Templo o sinagogas eran signos de fidelidad a Dios. La espera del Mesías era intensa, especialmente bajo el dominio romano.



E. Preguntas para Reflexionar



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1. ¿Estoy viviendo con la "lámpara encendida"? ¿Qué significa esto en mi vida concreta: estar disponible, atento, en gracia?


2. ¿Cómo me preparo interiormente para el encuentro con Dios cada día?

¿Le dedico tiempo en silencio, oración o escucha de su Palabra?


3. ¿Qué distracciones o comodidades me adormecen espiritualmente?

¿Hay hábitos o actitudes que me impiden estar despierto/a a la acción de Dios?


4. ¿Mi fe me mueve a estar vigilante y a actuar con responsabilidad en mi familia, trabajo y comunidad?


5. Si Jesús viniera hoy, ¿me encontraría haciendo su voluntad o distraído en lo superficial?


6. ¿Cómo estoy sirviendo a los demás mientras espero al Señor?



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