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DOMINGO 23 DE NOVIEMBRE REFLEXIÓN EVANGÉLICA

  • Admin
  • 27 oct
  • 3 Min. de lectura

A. Evangelio


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Tiempo ordinario

23 de noviembre 2025

Lc 23, 35-43


La gente estaba allí mirando; los jefes, por su parte, se burlaban diciendo: Si salvó a otros, que se salve a sí mismo, ya que es el Mesías de Dios, el Elegido. También los soldados se burlaban de él. Le ofrecieron vino agridulce diciendo: Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.Porque había sobre la cruz un letrero que decía: «Este es el rey de los judíos. Uno de los malhechores que estaban crucificados con Jesús lo insultaba: «¿No eres tú el Mesías? ¡Sálvate a ti mismo y también a nosotros.» Pero el otro lo reprendió diciendo: «¿No temes a Dios tú, que estás en el mismo suplicio? Nosotros lo hemos merecido y pagamos por lo que hemos hecho, pero éste no ha hecho nada malo.» Y añadió: «Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu Reino.»Jesús le respondió: En verdad te digo que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso.




B. Pasajes paralelos


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Evangelio de Mateo

27, 38-44


También crucificaron con él a dos ladrones, uno a su derecha y el otro a su izquierda. Los que pasaban por allí lo insultaban; movían la cabezay decían: ¡Vaya! ¡Tú que destruyes el Templo y lo levantas de nuevo en tres días! Si eres el Hijo de Dios, líbrate del suplicio y baja de la cruz. Los jefes de los sacerdotes, los jefes de los judíos y los maestros de la Ley también se burlaban de él. Decían: ¡Ha salvado a otros y no es capaz de salvarse a sí mismo! ¡Que baje de la cruz el Rey de Israel y creeremos en él! Ha puesto su confianza en Dios. Si Dios lo ama, que lo salve, pues él mismo dijo: Soy hijo de Dios. Hasta los ladrones que habían sido crucificados con él lo insultaban.


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Evangelio de Marcos

15, 27-32


Crucificaron con él también a dos ladrones, uno a su derecha y otro a su izquierda. Así secumplió la Escritura que dice: Y fue contado entre los malhechores. Los que pasaban lo insultaban; le decían, moviendo la cabeza: «Tú, que destruyes el Templo y lo levantas de nuevo en tres días, sálvate a ti mismo y baja de la cruz. Igualmente los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley se burlaban de él, y decían entre sí: Si pudo salvar a otros, no se salvará a sí mismo. Que ese Mesías, ese rey de Israel, baje ahora de la cruz: cuando lo veamos, creeremos.» Incluso lo insultaban los que estaban crucificados con él.



C. Iluminación desde el Antiguo Testamento



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Isaias 53, 12


Por eso le daré en herencia muchedumbres y lo contaré entre los grandes, porque se ha negado a sí mismo hasta la muerte y ha sido contado entre los pecadores, cuando llevaba sobre sí los pecados de muchos e intercedía por los pecadores.



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Sabiduría 2, 18-20


Si el justo es hijo de Dios, Dios le ayudará y lo librará de sus adversarios. Sometámoslo a humillaciones y a torturas, veamos cómo las acepta, probemos su paciencia. Luego condenémoslo a una muerte infame pues, según él, alguien intervendrá".



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Salmos 22(21), 7-9


Mas yo soy un gusano y ya no un hombre, los hombres de mí tienen vergüenza y el pueblo me desprecia. Todos los que me ven, de mí se burlan, hacen muecas y mueven la cabeza: "¡Confía en el Señor, pues que lo libre, que lo salve si le tiene aprecio!"



D. Contexto cultural en los tiempos de Jesús


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En tiempos de Jesús, el concepto de rey o Mesías estaba cargado de expectativas políticas y religiosas. Muchos esperaban un Mesías poderoso que liberara a Israel del dominio romano. Jesús, en cambio, muestra su realeza desde la cruz, en humildad, perdón y entrega. Para los judíos, el perdón de los pecados estaba vinculado al Templo y a los sacrificios. Jesús, en la cruz, actúa como el nuevo Templo, ofreciendo perdón fuera de los ritos oficiales. Además, la esperanza del paraíso (sheol o vida futura) era cada vez más aceptada en el judaísmo del siglo I.



E. Preguntas para Reflexionar


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1. ¿ ¿Creo verdaderamente que Jesús es Rey, incluso cuando lo veo crucificado?


2. ¿Qué imagen tengo de Cristo Rey: poderosa y triunfal, o humilde y entregada?



3. ¿Qué me impide reconocer su presencia reinando en medio del sufrimiento o del silencio?


4. ¿Me reconozco necesitado del perdón de Dios, como el buen ladrón?


5. ¿He tenido alguna experiencia de arrepentimiento sincero que me haya acercado a Jesús?


6. ¿Cómo reacciono cuando me confrontan con mis errores: con humildad o con orgullo?





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