DOMINGO 14 DE DICIEMBRE REFLEXIÓN EVANGELICA
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- 20 nov
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A. Evangelio

3er Domingo de Adviento
14 de3 diciembre 2025
Mt 11, 2-11
Juan, que estaba en la cárcel, oyó hablar de las obras de Cristo, por lo que envió a sus discípulos a preguntarle: ¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro? Jesús les contestó: Vayan y cuéntenle a Juan lo que ustedes están oyendo y viendo: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, y una Buena Nueva llega a los pobres. ¡Y dichoso aquél para quien yo no sea motivo de escándalo! Una vez que se fueron los mensajeros, Jesús comenzó a hablar de Juan a la gente: Cuando ustedes fueron al desierto, ¿qué iban a ver? ¿Una caña agitada por el viento? ¿Qué iban ustedes a ver? ¿Un hombre con ropas finas? Los que visten ropas finas viven en palacios. Entonces, ¿qué fueron a ver? ¿A un profeta? Eso sí y, créanme, más que un profeta. Este es el hombre de quien la escritura dice: Yo voy a enviar mi mensajero delante de ti, para que te preceda abriéndote el camino. Yo se lo digo: de entre los hijos de mujer no se ha manifestado uno más grande que Juan Bautista, y sin embargo el más pequeño en el Reino de los Cielos es más que él.
B. Pasajes paralelos

Evangelio de Lucas
7, 18-22
Los discípulos de Juan lo tenían informado de todo aquello. Llamó, pues, a dos de sus discípulos y los envió a que preguntaran al Señor: ¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro? Los hombres, al llegar donde Jesús, dijeron: Juan Bautista nos envía a preguntarte: ¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro? En ese momento Jesús curó a varias personas afligidas de enfermedades, de achaques y de espíritus malignos y devolvió la vista a algunos ciegos. Contestó, pues, a los mensajeros: Vuelvan y cuéntenle a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos se despiertan, y una buena nueva llega a los pobres. Y ¡dichoso aquél para quien yo no soy un motivo de escándalo! Los mensajeros se fueron, y Jesús empezó a hablar de Juan a la gente: «Cuando ustedes salieron al desierto, ¿qué iban a ver? ¿Una caña agitada por el viento? ¿Qué iban a ver? ¿Un hombre con ropas finas? Pero los que visten ropas finas y tienen comida regia están en pacios. Entonces, ¿qué fueron a ver? ¿Un profeta? Eso sí, y créanme, más que profeta. Este es el hombre de quien la escritura dice: Ahora envío a mi mensajero delante de ti para que te preceda y te abra el camino. Yo les digo que entre los hijos de mujer no hay ninguno más grande que Juan Bautista; y sin embargo, el más pequeño en el Reino de Dios es más que él.

Evangelio de Juan
5, 33-36
Ustedes mandaron interrogar a Juan, y él dio testimonio de la verdad. Yo les recuerdo esto para bien de ustedes, para que se salven, porque personalmente yo no me hago recomendar por hombres. Juan era una antorcha que ardía e iluminaba, y ustedes por un tiempo se sintieron a gusto con su luz. Pero yo tengo un testimonio que vale más que el de Juan: son las obras que el Padre me encomendó realizar. Estas obras que yo hago hablan por mí y muestran que el Padre me ha enviado.

Evangelio de Marcos
1, 2-8
En el libro del profeta Isaías estaba escrito: Ya estoy para enviar a mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Escuchen ese grito en el desierto: Preparen el camino del Señor, enderecen sus senderos. Es así como Juan el Bautista empezó a bautizar en el desierto. Allí predicaba bautismo y conversión, para alcanzar el perdón de los pecados. Toda la provincia de Judea y el pueblo de Jerusalén acudían a Juan para confesar sus pecados y ser bautizados por él en el río Jordán. Además de la piel que tenía colgada de la cintura, Juan no llevaba más que un manto hecho de pelo de camello. Su comida eran langostas y miel silvestre. Juan proclamaba este mensaje: Detrás de mí viene uno con más poder que yo. Yo no soy digno de desatar la correa de sus sandalias, aunque fuera arrodillándome ante él. Yo los he bautizado con agua, pero él los bautizará en el Espíritu Santo.
C. Iluminación desde el Antiguo Testamento

Isaias 35, 5-6
Entonces los ojos de los ciegos se despegarán, y los oídos de los sordos se abrirán, los cojos saltarán como cabritos y la lengua de los mudos gritará de alegría. Porque en el desierto brotarán chorros de agua, que correrán como ríos por la superficie.

Isaias 61, 1
¡El Espíritu del Señor Yavé está sobre mí! sepan que Yavé me ha ungido. Me ha enviado con un buen mensaje para los humildes, para sanar los corazones heridos, para anunciar a los desterrados su liberación, y a los presos su vuelta a la luz
D. Contexto cultural en los tiempos de Jesús
Élite religiosa y política: sumos sacerdotes, escribas, funcionarios.

Campesinos y pescadores: la mayoría del pueblo (como los discípulos de Jesús). Pobres, enfermos y marginados: excluidos de la vida religiosa y social. Las mujeres tenían un papel secundario en la vida pública, pero Jesús las dignifica y las incluye en su misión. Existía una fuerte conciencia de pureza e impureza ritual: Los enfermos, pecadores o extranjeros eran vistos como “lejos de Dios”. El pueblo esperaba la llegada del Mesías, un enviado de Dios que traería liberación y justicia. Algunos lo esperaban como un rey poderoso que expulsaría a los romanos; otros, como un profeta o sacerdote santo. En este clima, la pregunta de Juan el Bautista “¿Eres tú el que ha de venir?” refleja la expectativa del pueblo: Jesús no encajaba con las ideas tradicionales de un Mesías político o guerrero.
E. Preguntas para Reflexionar

1. ¿Qué me enseña Juan el Bautista sobre la espera y la fe en medio de la duda?
2. ¿Reconozco, como Juan, los signos de Dios aunque no sean como yo los esperaba?
3. ¿Qué lugar tiene en mi vida el testimonio profético: preparar caminos para que otros se encuentren con Jesús?
4. Jesús responde a los discípulos de Juan con hechos de amor y sanación.
¿Cómo puedo yo mostrar mi fe con obras concretas en lugar de solo con palabras?
5. ¿Veo hoy los “signos del Reino” (sanación, esperanza, perdón, inclusión) en mi entorno?
6. ¿Reconozco a Jesús en los pobres, los enfermos, los marginados o los que sufren?
7. En tiempos de Jesús había divisiones sociales, religiosas y políticas.
¿Qué divisiones encuentro hoy en mi comunidad o sociedad?
¿Cómo puedo contribuir a sanarlas desde el espíritu del Evangelio?
8. Jesús no fue el Mesías político que muchos esperaban, sino el Mesías del servicio.
¿Estoy dispuesto a seguir a un Cristo que sirve, perdona y sufre, no a uno poderoso o triunfa